domingo, 23 de diciembre de 2012

¿Qué tienen los porteros en la cabeza?



Los porteros tenemos una imagen de duros, fríos, seguros como muros..., pero ¿detrás de esa imagen que hay?, ¿que tienen los porteros en la cabeza?

Mi opinión siempre ha sido que no estamos locos, hay que estar muy cuerdo para asumir los riesgos que asumimos, para administrar la presión y responsabilidad de mantener la portería a cero, un loco pondría en peligro el éxito de la campaña.

 
Desde siempre me dijeron que los porteros somos los raros del equipo, un tipo que es capaz de meter en su mochila espíritu de salvador asumiendo lo cerca que está del fracaso, ser diana de las miradas y análisis de todos, por eso la cabeza tiene que estar muy bien amueblada. En una ocasión escuche que el portero debe de convivir con el gol y así asumirlo como algo más y llevarlo mejor pero qué difícil es...


Estamos mucho tiempo solos en la portería, hay que mantenerse atento, motivado y "metido" en el partido y hay que reaccionar en el momento justo. Tenemos que saber gestionar los éxitos y fracasos con lo rápido que podemos pasar de un estado al otro, superar decisiones del cuerpo técnico que en ocasiones no compartimos...




Ante todo esto, que desde fuera puede parecer difícil, tenemos a seres humanos que en ocasiones tienen bajones, algunos muy sonados, porque ¿quién se iba a imaginar que Buffon hubo de pasar por un proceso de depresión? o ¿quién imaginaría como acabo la vida de Robert Enke? Sobre él leí hace poco una entrevista al periodista y escritor Ronald Reng, que ha publicado "Robert Enke, Una vida demasiado corta" donde, como el mismo adelanta, explica que la depresión de Enke comenzó tras un fracaso profesional en el FC Barcelona y se agravó con una tragedia familiar para acabar suicidándose.

Todos somos humanos, y los porteros también, tenemos miedos, nervios, temores al fracaso y al ridículo... lo que ocurre es que lo disimulamos muy bien.

Luego están esos momentos, que son más numerosos, en los que nadie nos puede doblegar, nos sentimos invencibles y la portería se no hace pequeña detrás porque somos titanes, acróbatas del fútbol listos para, de cualquier manera, evitar que nos venza el gol. Nos sentimos los mejores, con una fuerza que nace en nuestra mente y fluye a todas las partes del cuerpo, somos una barrera humana al servicio de un equipo que percibimos que confía ciegamente en nosotros.

Por todo, lo bueno y lo malo, es un placer inigualable sentirse portero.