viernes, 11 de diciembre de 2015

Anécdotas II.


Un tío peligroso.

Cuando en un partido se juntan un mal resultado del equipo local y un mal arbitraje puede ser que todo termine mal y se pague con el equipo visitante. Esto pasó hace bastantes años en un partido que jugamos en un buen campo de la provincia, tenía una pista de albero alrededor del césped, los banquillos estaban detrás de ésta y pegados a la tapia del estadio. Las gradas quedaban en frente y los vestuarios detrás de una de las porterías. El caso es que en esa época por la zona de los banquillos había libre acceso de los espectadores y como había esa pista pues si había algún alterado los espectadores te "trincaban" fácilmente.
Ese día me tocó banquillo y conforme avanzaba el partido se respiraba un ambiente de tensión superior al de otros días, ya en el segundo tiempo la gente empezó a ponerse muy nerviosa y lo comenzó a pagar con nosotros que íbamos ganando y según ellos el arbitro nos estaba beneficiando.
Algunos espectadores comenzaron a increparnos al banquillo, éramos a los que más fácil podían hacerlo, al entrenador le dijeron de todo, pasaban justo por delante del banquillo, se paraban y bueno... En ocasiones no se veía ni el partido...

Se veía que cuando acabara la cosa se podía poner muy fea. Yo me quedé en el banquillo hasta el final aunque se habían hecho los tres cambios, porque no era aconsejable irse solo al vestuario. Llegó el final y quién no se había metido en las pistas ya lo hizo, el camino al vestuario para los que estábamos en el banco era pasar entre gente poseída por un odio exacerbado hacía nuestro equipo. ¿Quién dijo miedo? Comienzo el camino y voy pasando entre la gente sin problemas, ¿quién se va a meter con el pobre portero suplente? Pero a poco de llegar a la caseta, me corta el paso un tipo de unos treinta años que no me dejaba pasar y gesticulaba muy exageradamente, pero ni me insultaba ni me decía nada. Entre sus gestos estaba el de los puñetazos, el de te rajo... En fin, un tipo peligroso.
Una vez en el vestuario ya duchados tuvimos que esperar un rato para salir porque nos estaban esperando fuera del estadio para nada bueno. Finalmente salimos acompañados de varios directivos del equipo local, uno fue a mi lado desde el vestuario hasta la salida y en un momento en el que estábamos comentando lo que había pasado dice...
-No veas la que ha liado el mudo, estaba montando una...-
Entonces lo entendí todo...


Me ofrecería a llevarte pero...

En un partido de entrenamiento de una calurosa pretemporada, hubo una jugada en la que tuve que salir a los pies de un contrario para arrebatarle el balón. Lo conseguí pero el atacante continuó con su carrera y me golpeó con su rodilla izquierda en la mandíbula, además del dolor noté como se movía una muela. No tuve problemas para terminar el entrenamiento a pesar de las molestias, pero tenía que ir a que me viese un médico o un dentista. Una vez terminado el entreno y ya duchado me dice el Míster... 
-Rubén, tienes manera de ir al médico, yo te llevaría pero es que tengo el coche en el taller...
-Sin problema, me pueden llevar... Gracias.

Quedamos en hablar por la noche por teléfono, en esa época no había móviles, así que cuando un entrenador te decía que te iba a llamar, te quedabas en casa esperando.
Todo quedó en una muela del juicio sacada y un par de días de baja.

Al cabo de un par de meses, un compañero resultó lesionado en otro entrenamiento y tenía que ir a que lo vieran en urgencias tras el entrenamiento, pero este chaval no tenía medios para ir. En ese momento recordando lo que me dijo nuestro entrenador cuando me paso a mí, le dije. -Que te lleve el Míster en su coche.- Entonces otro compañero que participaba en la conversación dice... -¿Pero que dices? Si el Míster no tiene coche, ¡Vamos, que no tiene ni carnet de conducir...!




jueves, 10 de diciembre de 2015

ANÉCDOTAS.



En esta entrada comenzaré a contar algunas anécdotas de muchas que ocurren a lo largo de tantos años jugando al fútbol. Como es normal, las hay de todos tipos, graciosas, surrealistas, tristes... Procuraré omitir el nombre tanto de personas como clubs porque prefiero que sea así, no creo que nadie se sienta ofendido pero nunca se sabe que puede pasar. 
Sin más dilación, comienzo con la primera.

A esa...

Como comienza sus desternillantes chistes un conocido cómico gaditano, ubicamos la acción... en una playa gaditana en un día caluroso de primavera en el que la gente aprovecha para tomar el sol como si no fuera a llegar el verano. Estamos en medio de una sesión de trabajo abdominal dirigida por el preparador físico, con el entrenador y su ayudante de testigos y algo más relajados de lo normal.
En uno de los descansos de las series de abdominales y llenos de arena escuchamos como le dice el míster a su ayudante... ¡mira esa que viene por ahí, uf...!
A unos 60 metros venía paseando una atractiva mujer. El ayudante del míster la mira y empieza a decir en voz alta cosas que podrían ser hasta denunciables... no era precisamente que la llevaría a cenar o que le compraría flores...
Su verborrea, cada vez más animada y subida de tono, duró todo el tiempo mientras iba acercándose a nuestra altura. Para cuando ella estaba a escasos 10 metros de nuestro grupo ya estábamos todos pendientes a lo que estaba pasando y comenzando a reír... para ver con asombro que la señora se acerca al míster y dice... Hola, cariño... ¿como estás? 
La cara de nuestros protagonista cambio pasando a ponerse pálida, con la boca abierta y girando la cabeza mirando al míster a la mujer y a nosotros que hacíamos lo imposible por aguantar la risa pero creo que nadie pudo y terminamos a carcajadas...
¡Vaya manera de conocer a la esposa del entrenador!


La porra.

Un año para matar el tiempo en los largos viajes que teníamos hacer por Andalucía occidental se nos ocurrió hacer una porra de nuestro partido, poníamos veinte duros y decíamos un resultado, bueno ¿quién no sabe como son las porras?
El día al que me refiero en esta historia íbamos camino de Huelva para jugar a las doce de la mañana, por lo que la salida fue temprano, tras cerrar un poco los ojos, quién mas dormilón era, y desayunar en el camino, se comenzó a organizar la porra. Papel, bolígrafo, los nombres de los equipos y con la moneda en mano se decía el resultado, el encargado de ello apuntaba el nombre y resultado del jugador. Claro está, todos dábamos un resultado favorable para nuestro equipo, sólo los más pesimistas podían jugar con un empate, que fuera no estaba mal...
Así, mientras el "apuntador" iba desde atrás hacia delante en el autobús todos íbamos escuchando los resultados que se iban diciendo. Cuando llego al primer asiento que siempre era ocupador por el entrenador este dijo... -4 a 1...-
-Será 1 a 4 ¿no, míster?- se le dijo.
-No no, 4 a 1, perdemos 4 a 1...
Se escucharon algunos gritos, risas murmullos de desaprobación pero lo dejamos en pura anécdota.
Tras todo esto, siempre se dejaba de pensar en el juego y todos continuábamos el camino ya pensando en el partido, quedaba ahí hasta la vuelta al autobús.
Bueno, jugamos y ¿cual fue el resultado...?
Sí, perdimos 4-1 y no nos hizo tanta gracia que de esta manera el míster se ganara alrededor de dos mil pesetas.