jueves, 10 de diciembre de 2015

ANÉCDOTAS.



En esta entrada comenzaré a contar algunas anécdotas de muchas que ocurren a lo largo de tantos años jugando al fútbol. Como es normal, las hay de todos tipos, graciosas, surrealistas, tristes... Procuraré omitir el nombre tanto de personas como clubs porque prefiero que sea así, no creo que nadie se sienta ofendido pero nunca se sabe que puede pasar. 
Sin más dilación, comienzo con la primera.

A esa...

Como comienza sus desternillantes chistes un conocido cómico gaditano, ubicamos la acción... en una playa gaditana en un día caluroso de primavera en el que la gente aprovecha para tomar el sol como si no fuera a llegar el verano. Estamos en medio de una sesión de trabajo abdominal dirigida por el preparador físico, con el entrenador y su ayudante de testigos y algo más relajados de lo normal.
En uno de los descansos de las series de abdominales y llenos de arena escuchamos como le dice el míster a su ayudante... ¡mira esa que viene por ahí, uf...!
A unos 60 metros venía paseando una atractiva mujer. El ayudante del míster la mira y empieza a decir en voz alta cosas que podrían ser hasta denunciables... no era precisamente que la llevaría a cenar o que le compraría flores...
Su verborrea, cada vez más animada y subida de tono, duró todo el tiempo mientras iba acercándose a nuestra altura. Para cuando ella estaba a escasos 10 metros de nuestro grupo ya estábamos todos pendientes a lo que estaba pasando y comenzando a reír... para ver con asombro que la señora se acerca al míster y dice... Hola, cariño... ¿como estás? 
La cara de nuestros protagonista cambio pasando a ponerse pálida, con la boca abierta y girando la cabeza mirando al míster a la mujer y a nosotros que hacíamos lo imposible por aguantar la risa pero creo que nadie pudo y terminamos a carcajadas...
¡Vaya manera de conocer a la esposa del entrenador!


La porra.

Un año para matar el tiempo en los largos viajes que teníamos hacer por Andalucía occidental se nos ocurrió hacer una porra de nuestro partido, poníamos veinte duros y decíamos un resultado, bueno ¿quién no sabe como son las porras?
El día al que me refiero en esta historia íbamos camino de Huelva para jugar a las doce de la mañana, por lo que la salida fue temprano, tras cerrar un poco los ojos, quién mas dormilón era, y desayunar en el camino, se comenzó a organizar la porra. Papel, bolígrafo, los nombres de los equipos y con la moneda en mano se decía el resultado, el encargado de ello apuntaba el nombre y resultado del jugador. Claro está, todos dábamos un resultado favorable para nuestro equipo, sólo los más pesimistas podían jugar con un empate, que fuera no estaba mal...
Así, mientras el "apuntador" iba desde atrás hacia delante en el autobús todos íbamos escuchando los resultados que se iban diciendo. Cuando llego al primer asiento que siempre era ocupador por el entrenador este dijo... -4 a 1...-
-Será 1 a 4 ¿no, míster?- se le dijo.
-No no, 4 a 1, perdemos 4 a 1...
Se escucharon algunos gritos, risas murmullos de desaprobación pero lo dejamos en pura anécdota.
Tras todo esto, siempre se dejaba de pensar en el juego y todos continuábamos el camino ya pensando en el partido, quedaba ahí hasta la vuelta al autobús.
Bueno, jugamos y ¿cual fue el resultado...?
Sí, perdimos 4-1 y no nos hizo tanta gracia que de esta manera el míster se ganara alrededor de dos mil pesetas.






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